Hasta 4 pilotos diferentes lideraron el GP de Mónaco de 1982, una carrera que no dejó indiferente a nadie con múltiples incidentes
Cuando escuchamos impredecible en las vueltas finales de una carrera de F1, pensamos en Abu Dhabi 2021, Brasil 2008 o Hungría 2014. Si esos GPs tuvieron emoción, el GP de Mónaco 1982 los supera a todos.
La carrera ya apuntaba maneras cuando 11 pilotos ni siquiera clasificaron, entre ellos el español Emilio de Villota, al volante de su March-Ford, que quedó último. Cuando la carrera dio comienzo, hubo hasta 10 abandonos por diferentes motivos: accidentes, fallos mecánicos, motor, componentes hidráulicos… pero esto no termina aquí.
El hombre que salía en la pole, René Arnoux, mantuvo posición en la salida pero llegando a la vuelta 14, perdió el control de su Renault en la zona de la piscina, dañando su monoplaza y acabó abandonando. Dicho accidente llevó a Prost al liderato de la prueba, pero a falta de 2 vueltas para que finalizara la carrera, llegó una invitada sorpresa: la lluvia. Alain Prost chocó en la chicane y no pudo ver la bandera a cuadros, por lo que teníamos un nuevo líder de carrera, Patrese.
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La lluvia iba haciendo efecto
Ricardo Patrese tampoco duró mucho en el primer puesto, pues trompeó llegando a la horquilla, cediendo la primera posición a Peroni. Sin embargo, unos metros después, en el túnel, el Ferrari del francés se quedó sin gasolina, dejando a Derek Daly primero y a De Cesaris segundo. Pero cuando el destino no quiere que ganes, pues no triunfas y en la F1 no va a ser menos: Daly tuvo un accidente y De Cesaris corrió la misma suerte que Didier Peroni, es decir, se quedó sin combustible.
Inexplicablemente, el GP de Mónaco se lo llevó Ricardo Patrese, que pudo recuperar su monoplaza y terminar la carrera. De hecho, el italiano no sabía que había vencido hasta que no se bajó de su Brabham-Ford. Pese a los accidentes, el podio lo completó Daly y De Cesaris, ya que estaban en la misma vuelta que Patrese.
Y así fue como 4 pilotos lideraron un GP y en apenas 2 vueltas, la lluvia y el propio trazado de Montecarlo nos brindaron la carrera más impredecible de la historia de la F1.